Las tardes de agosto son siempre muy calurosas y si no las disfrutas en la playa o tomándote unas cervecitas con los amigos se pueden hacer agobiantes. Era una tarde de las que acabo de describir, calor, humedad en el ambiente y no nos apetecía llamar a los amigos para ir a tomar las cervecitas de rigor. Así que mi chica y yo decidimos ir al cine para librarnos de la canícula que cada vez nos hacía sudar más y más. Con la poca ropa que nos ponemos para que transpire nuestra dermis nos encaminamos a seleccionar la película. No necesitábamos ninguna “cinco estrellas”, sólo queríamos no dormirnos para poder disfrutar del aire acondicionado de la multisala. En verdad, la cartelera que se presentaba a nuestros ojos dejaba bastante que desear. Nada que nos causara la más ligera inquietud por ver. Cedí gustoso la elección a mi chica, aunque vi por el mohín de su cara que tampoco la motivaba ninguna de las películas anunciadas. Románticas edulcoradas, comedias histéricas, thillers repetitivos,….realmente un panorama desolador. La mirada de mi chica se paseaba por los carteles que intentaban incitar a la visualización de ellas con poco éxito.
Dejad que os diga que me gusta mirarla cuando está tomando una decisión, aprieta esos morritos preciosos que tan bien sabe usarlos cuando me besa. Su cara se vuelve inocente, coloca un dedo en su boca y frunce el ceño. Con ese simple gesto hace que desee atraerla hacia mí y mezclar nuestros fluidos orales. Me contenté con acercarme, rodear por detrás sus caderas con mis brazos y darle un beso húmedo en ese triángulo de piel deliciosa que queda detrás del lóbulo del oído. Saliendo de su concentración me sonrió, no tenía muy clara la película pero se decidió por un thiller con connotaciones eróticas subiditas de tono. Lo aprobé con un movimiento pélvico apretando mi sexo contra sus posaderas y ronroneándole en el mismo oído que había mojado con mi lengua. Ella hizo un movimiento circular con sus caderas para dar a su juguete favorito la atención que le requería.
Por fin decididos nos dirigimos a las taquillas a comprar las entradas, la jovencita de la taquilla nos sonrió para preguntarnos la película y las butacas que queríamos. Rápidamente manipuló el teclado para mostrarnos por pantalla los asientos libres y nos aconsejó a mitad de la sala y centrados. Mi chica me miró de forma pícara y aunque a veces me cuesta coger según que comentarios o indicaciones, en esta ocasión lo tuve claro. Le guiñé el ojo mientras acariciaba su fantástico culito. Mientras apretaba mi mano sobre la minifalda ella señaló la última fila y en un rincón. La taquillera se sonrojó pero antes de bajar la vista se fijó en mi bragueta que ya empezaba a dilatarse por momentos. El hecho de sentirnos de alguna manera observados durante los preliminares no hizo aumentar la líbido por momentos. En la tienda de dulces compramos unas cuantas chucherías a gusto de mi chica, ácidas, dulzonas, empalagosas, pegajosas. Vendían de todos los colores y formas, me quedé contemplando una de forma fálica y con descaro le dije a mi chica que yo le daría una como esa pero más grande y dulce. Ella me miró de soslayo mientras pagaba la bolsa de lo que había escogido pasando su lengua por sus labios.
El efecto no podía mejorarse, mi polla se endureció pensando en lo mucho que le gustaba a ella saborearla. Ya no sabía si esconder mi excitación con las manos en los bolsillos o dar rienda suelta a mis ímpetus exhibicionistas. Recorrimos el pasillo en penumbra bromeando mientras nos hacíamos arrumacos sensuales. La puerta de la sala ya estaba abierta así que subimos las escaleras que desembocaban en la parte superior de los pasillos. La sala estaba más bien desierta, al parecer la película no suscitaba tanta expectación como la comedia de la sala número 1. Solo habían tres filas con algún espectador y todas ellas en el centro del patio de butacas. Nosotros nos encaminamos a la última fila sobeteándonos mutuamente, cosa que me hizo tropezar y casi acabo haciendo el pino en la butaca de la fila de delante. Mi chica tuvo que ponerse la mano en la boca para dominar su risa al verme en esa postura cómica. Finalmente nos sentamos en las butacas que teníamos asignadas y mientras acababan los avances de las próximas películas dimos cuenta de las chucherías entre los dos.
Ella retenía en su boca una parte y yo mordía la otra acabando con un beso con el que intercambiamos lengua y salivas ácidas. Empezó la película con una trepidante persecución de coches que nos hizo mantener fijos los ojos en la pantalla durante unos minutos. Al cabo del rato apareció una escena tórrida de los protagonistas en la ducha que hizo que volviera a nuestros cuerpos el apetito sexual. Ella puso su mano encima de mi pantalón buscando la cremallera y con facilidad tuvo mi polla sus manos. Le gustaba el tacto caliente y turgente, el aroma a sexo que desprendía y ese gusto que según ella era dulce debido a la fruta que tomaba con regularidad. En un abrir y cerrar de ojos agachó su cabeza y empezó a darme una mamada que me hacía poner los ojos en blanco. La chupaba, la lamía y la mordía de tal manera que la erección alcanzó su cúspide en poco tiempo. Ella se sentó en mis piernas dándome la espalda mientras yo le magreaba esos pechos firmes con los pezones tiesos. Continué bajando mi mano hasta su coñito depilado, la humedad invadía ya sus labios así que después de penetrarla con mis dedos me dediqué a jugar con su clítoris.
Me encanta jugar con el garbancito, ver como se retuerce de placer hace que me tenga más ganas de poseerla sin miramientos. Ya empezaba a gemir cuando decidí que era el momento de que mi polla hiciera una visita por el interior de su sexo. Ummmm….era una experiencia totalmente nueva el poder follármela en un lugar público sin que nadie lo supiera. Ella se movió despacio para sentir mi verga con lentitud, apoyó las manos en mis muslos y empezó a subir y bajar rítmicamente. Al cabo de unos minutos la hice parar y saqué mi miembro que chorreaba fluidos. Me acerqué a su oído y le susurré tres palabras “ahora tu culo”. Gimió y abrió su culito para que la punta entrara poco a poco. Le pellizqué los pezones y ella se mordió
los labios para no chillar de placer. Con suaves vaivenes se fue introduciendo completamente hasta mis huevos. Mis dedos buscaron su lengua para que los untara de saliva, ella supo en ese momento que iba a ser penetrada por su agujerito delantero con mis dedos. Aceleró su cadencia para confirmarme que estaba dispuesta. Entró mi dedo índice explorando el agujero totalmente inundado. Enseguida entró el dedo corazón y con ellos dos la fueron penetrando haciendo que la doble follada fuera de las que se recuerdan. Mi pulgar se movía ansioso masajeando el clítoris.
Nunca sabré el tiempo que estuvimos follando. Sólo recuerdo que el estrépito de un tiroteo en la película camufló los gemidos que avisaron de nuestro orgasmo simultáneo. Ella se corrió en un rió sin fin, yo seguí presionando con los dedos mientras ella continuaba sin parar derramando su deseo. Apretó sus glúteos para presionar mi polla haciendo que la sensibilidad de la presión diera rienda suelta a mi leche en su culito. Nos quedamos en esa postura con mi miembro clavado en su agujero durante cinco minutos mientras nos lamíamos los dedos el uno al otro. Después de adecentarnos no tuvimos tiempo a mucho más. El fin de la película apareció en pantalla y por suerte la temperatura del aire acondicionado acabó por quitarnos los calores.
Al salir pasamos por delante de la taquillera y guiñándole el ojo le comenté que la sesión fue muy muy buena y que posiblemente volviéramos pronto. La jovencita azorada no pudo más que sonreir colorada. Desde entonces bromeamos con ella y ella con nosotros cada vez que disfrutamos de una tarde en el cine.